Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo
1 Co. 11:3
Es Dios mismo quien declara el orden del liderazgo en el hogar. Cristo reina como cabeza sobre el hombre. El hombre está ordenado y colocado por Dios para ser el líder de la esposa. Él es el líder porque Dios le creo para ser líder, no necesariamente porque sea mental o físicamente superior. Si una esposa trata de asumir el lugar de liderazgo, eso conduce a un caos. Cuando un hombre es un líder débil o inexperto, la esposa puede ser tentada a tomar los asuntos en sus manos. Hemos visto que las consecuencias de esto no son buenas. La estructura de autoridad establecida por Dios está siendo invertida en muchos lugares con repercusiones de largo alcance.
La mujer sabia edifica su casa, mas la necia con sus manos la derriba
Pr. 14:1
Cuando una esposa entiende su función en el matrimonio y en la familia y busca con todo su corazón conformarse a los caminos de Dios, ella edifica su casa. Mediante su disposición de seguir a su esposo, aunque su liderazgo pueda ser deficiente, ella se convierte en un apoyo para su esposo y en un excelente ejemplo para sus hijos. Si un hombre tiende a abdicar sus responsabilidades, su esposa las asumirá gustosamente, pero cuando ella está fuera de orden en este sentido y se vuelve imperiosa, el resultado con frecuencia será que los hijos serán líderes débiles e ineficaces, y las hijas dominantes como la madre. Al final, todos terminan desdichados y frustrados.
A través del liderazgo del marido, Dios se ha propuesto obrar lo mejor para la esposa. Aunque algunas de las decisiones del esposo puedan parecer desastrosas, Dios puede volver la situación para bien cuando la esposa sigue el orden divino. Cuando la esposa sigue a su esposo, Dios provee Su protección, provisión, guía, edificación y cariño.
Te amo en el amor del Señor Jesús.
¡Dios te bendiga!
Pastor Wiliam Recinos.
