Casi siempre, una muchacha comprometida sueña que su futuro esposo es absolutamente PERFECTO, excepto, por supuesto, por unos pequeños problemitas en los que ella trabajará después del matrimonio. Me he encontrado a algunas de esas esposas 20 años más adelante, aún en sus intentos por transformar a esos hombres, ahora menos perfectos. Casi siempre esas esposas están que arden de frustración y creen que el esposo es absolutamente irremediable. Quiero ofrecerles esperanza que ¡él puede ser cambiado! Sin embargo, una esposa no debe y no puede hacer esa obra de cambiarlo.

Los que están bajo autoridad no deben tratar de cambiar a los que están sobre ellos. Nunca funciona para bien. Cristo es la cabeza del esposo, y Él tiene la habilidad de transformar a un hombre. El esposo es responsabilidad de Dios, no de la esposa. Deje a Dios hacerlo a Su manera.

Sin darse cuenta, la mujer podría estar usando métodos subversivos o de presión, como negarse sexualmente, para tratar de obtener lo que ella desea de su esposo. Al final, esta clase de acción fracasará. Dios no quiere que ella controle a su esposo. La esposa desea un marido que sea fuerte, un líder protector que le dé una sensación de seguridad. Sin embargo, contrario a esto, ella desea también controlar a su esposo. Este problema en el corazón de la mujer está expresado en:

y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti

Génesis 3:16

En el hebreo original, esta expresión nos muestra un conflicto de deseos. Por un lado hay un deseo de ser guiada por la mano del hombre, pero por el otro, hay un deseo interno por controlarlo. Este problema en la mujer es parte del resultado de la trasgresión de la humanidad contra los mandamientos de Dios. Jesús ha pagado el precio para que una mujer pueda vencer este conflicto y deje de controlar o tratar de cambiar a su esposo. Su gracia está disponible.

Otra tendencia de las esposas es servir de “madre” de su esposo. Todo el día se pasa siendo la madre de sus preciosos pequeños. Cuando el esposo llega a casa le resulta bastante fácil asumir el mismo papel con él. Mi esposa dice: “si usted hace de madre de su esposo, usted le ablanda”. Tratar a su esposo como uno de sus
pequeños, a veces puede ser conveniente y hasta agradable, pero al final, las consecuencias son indeseables. A ella no le gustará cuando su esposo pierda esas cualidades esenciales que ella desesperadamente necesita de él. Él no será esa columna fuerte del hogar sobre la que se edifica todo.

Te amo en el amor del Señor Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pastor Wiliam Recinos.

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