Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo

Ef. 5:22-24

Cada vez que se enseña el tema de la sujeción, da la impresión que la sujeción se ha convertido en una mala palabra en el concepto de las mujeres. Esto se debe a que existe una mal interpretación de esta preciosa verdad. La sujeción es totalmente para el bien y la protección de la esposa.

Antes que todo, observe que jamás se le manda al esposo poner en sujeción a su esposa. El mandamiento de someterse es dado directamente por Dios a la esposa. Es responsabilidad de ella cumplirlo. Muchos esposos lo interpretan erróneamente, y se frustran si sus esposas no se les someten, pero el esposo debe dejar esa responsabilidad ante el Señor. Un hombre no puede cambiar a su esposa, sólo Dios puede. Sin embargo, sí puede crear un ambiente en el que su esposa desee someterse a su liderazgo.

Dios requiere que la sujeción de una esposa a su marido sea hecha como al Señor. La forma en que una mujer se siente con Dios se manifiesta en sus respuestas y actitudes hacia su esposo.

Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

1 Jn. 4:20

Nuestra relación con Dios está representada en nuestra diaria relación con los miembros de nuestra familia. Por esta razón, la esposa se somete a su esposo como al Señor. Lo que está en su corazón hacia el Señor se manifestará por sus respuestas a su esposo.

En el griego original, la palabra “someterse” son dos palabras combinadas que significan “ponerlo de forma ordenada” y “poner debajo de”. En otras palabras, la esposa piadosamente tiene que poner su conducta en orden, bajo el liderazgo de su marido. El propósito de Dios en esto es que la esposa deje que su esposo la guíe, y cumpla con las responsabilidades que Dios le designó hacia ella, para que sus necesidades sean suplidas. Ella debe estar dispuesta a dejarse conducir por él. Esa decisión ella la toma por amor a Dios y para honrar Sus caminos. Ella se somete voluntariamente a su esposo, y obedece sus instrucciones “en todo” (Ef. 5:24).

He aconsejado a muchos hombres que dicen: “mi esposa nunca escucha realmente lo que le digo”. Parece como que es muy fácil para una esposa dejar en el olvido las instrucciones o recomendaciones de su esposo, como cosas sin importancia o insignificantes. Yo creo que la razón de que esto ocurra se debe a que el hombre y la mujer tienen diferentes prioridades. Lo que es muy importante para él, a veces no es nada importante para ella. Por esta razón, la mujer debe aprender a escuchar atentamente las indicaciones de su esposo. A veces lo que es insignificante para la esposa es de suma importancia para el hombre. La mujer debe estar alerta a lo que su esposo está diciendo, para su propio bien y protección. Quizá este ejemplo le ayudará a entender este concepto.

Hace algunos años, Angeline y nuestra hija Tamara estaban planeando salir de compras. Más que preocuparme por su seguridad y por cuánto dinero me ahorrarían con sus compras espectaculares, no tenía inconveniente en que salieran de compras. Sin embargo, en esa ocasión, sin ninguna razón lógica, les dije: “asegúrense de estar en casa a las 5 p.m.”. Yo estuve trabajando hasta tarde en la oficina y regresé a casa cerca de las 6 p.m. No
solamente estaba muy oscuro a esa hora, sino que una densa niebla cubría el área.

Cuando les pedí que regresaran de compras a las 5 p.m., no tenía idea de que esa sería la situación. Cuando manejaba de regreso a casa esa noche yo esperaba que, especialmente en esa ocasión, mi esposa hubiera obedecido esa petición aparentemente insignificante que Dios había puesto eso en mi corazón, no para
impedir su gozo en las compras, sino más bien para protegerla en alguna posible situación de peligro. Ella habría tenido que verse manejando en la oscuridad, en condiciones de neblina, difícil tarea si no imposible. Cuando llegué a casa, ¡ella estaba allí! Llegó a la hora que yo le había pedido, y Dios la libró de grandes problemas por su obediencia a una petición insignificante de su esposo. Los caminos de Dios tienen lo mejor para una esposa, si ella está dispuesta a someterse en obediencia a su esposo aun cuando no siempre entienda porque es importante.

Te amo en el amor del Señor Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pastor Wiliam Recinos.

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