Algunos buenos cristianos se han opuesto a esta interpretación del «hijo varón» de Apocalipsis 12, pues han sentido que equivocadamente ofrece una posición más alta a un grupo de cristianos, haciendo de ellos una especie de «elite» orgullosa y selectiva. Sin embargo, la Palabra de Dios a menudo dice que habrá diferentes herencias, o categorías, o niveles de madurez entre el pueblo de Dios. Al igual que diferentes atletas se califican para diferentes premios y posiciones más altas de acuerdo a sus habilidades y su dedicación, el creyente que termine bien su carrera cristiana puede obtener una mayor recompensa que quienes han tenido su corazón dividido o han sido tibios.
Muchas veces, en la Palabra de Dios se nos muestran tres diferentes niveles o categorías de madurez y recompensa. Por ejemplo, Jesús habló acerca de tres niveles de fidelidad entre sus siervos en la parábola de los diez talentos (ver Lucas 19:11-27). El siervo más fiel, que ganó diez talentos para su señor, recibió diez ciudades para regir sobre ellas, mientras que el siervo fiel que ganó cinco talentos recibió cinco ciudades. Sin embargo, al siervo infiel se le quitó lo que se le había dado y no recibió recompensa alguna. En Mateo 13:23, Jesús también habló acerca de tres niveles de productividad que varios cristianos experimentarían, llamados a treinta, a sesenta y a ciento por uno.
Como otros ejemplos acerca de los tres diferentes niveles de herencia o madurez, podemos estudiar lo que el apóstol Juan escribió en Juan 2:12-14. Allí, él menciona tres niveles espirituales de crecimiento que él llamó hijitos, jóvenes y padres. En el Tabernáculo de Moisés, tenemos estos tres mismos niveles de experiencia espiritual claramente descritos como el Atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Además, en Apocalipsis, capítulo 12, podemos ver cómo estas tres categorías de madurez espiritual serán reveladas entre el pueblo de Dios en los últimos tiempos.
Al estudiar sobre el hijo varón de la mujer, podemos ver un mayor parecido con la imagen de Cristo, lo que ha causado que algunos estudiosos de la Biblia erróneamente sugieran que el hijo varón es Cristo. Este hijo varón es un vencedor pleno a quien el diablo no puede atacar, y representa a los cristianos de mayor madurez espiritual. Sin embargo, la mujer, la Iglesia, puede ser atacada por el diablo aunque al final será librada (Apocalipsis 12:13-16). Podríamos llamarla una vencedora parcial debido a su triunfo final. Pero el resto de los hijos de la mujer, de los que se habla en Apocalipsis 12:17 y 13:7, son aquellos que serán vencidos por el diablo en los últimos tiempos. Eso no necesariamente quiere decir que perderán su salvación, porque el libro de Apocalipsis deja claro que muchos santos perderán su vida en los últimos tiempos pero seguirán teniendo una recompensa celestial
Dos sueños que el Señor me dio para prepararme para el campo misionero podrían ayudarnos a ilustrar las diferencias entres estos tres grupos. En el primer sueño, después de haber estado en el ministerio alrededor de 3 años, el Señor me mostró lo que sucedería si yo me fuera al campo misionero en ese entonces. Ya me había graduado de la escuela bíblica y había servido al Señor en diferentes ministerios de enseñanza, pastorales y evangelísticos. Yo estaba orando para saber si era el tiempo para mí de ser misionero y, como respuesta a mis oraciones, el Señor me dio un sueño.
En ese sueño, yo era un misionero que viajaba por todas las naciones. Mientras seguía viajando, uno de mis zapatos se me salió del pie; inmediatamente me di cuenta de ello y me lo volví a poner, pero un momento después, el zapato se me salió otra vez, y esta vez me llevó algo más de tiempo el darme cuenta y ponérmelo de nuevo. Después de varias veces más, me volví insensible al hecho de que mi zapato se me saliera del pie, hasta que finalmente los dos zapatos se me salieron al mismo tiempo. En ese momento, alcé mi mirada al cielo y vi un poderoso espíritu del mal que se me oponía; luego, otro espíritu de maldad detrás de mí se reveló a sí mismo en las regiones celestes; luego otro a mi lado, ¡hasta que cada vez más de ellos me rodearon y me cercaron para matarme!
En ese momento, me desperté convencido de que no estaba aún preparado para enfrentarme a los poderes satánicos que se me opondrían cuando comenzara a viajar por las naciones como misionero.
Y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz
Efesios 6:12-15
Mi preparación ministerial, o mi «calzado del evangelio» todavía no estaba lo suficientemente seguro como para que yo pudiera viajar por las naciones. Las diferentes naciones tienen diferentes principados y potestades que gobiernan sobre ellas, y cuando un misionero entra en su dominio, esos espíritus de maldad se les opondrán. De ese sueño, yo sentí que el Señor me estaba mostrando que necesitaba una mayor preparación espiritual, porque si yo iba al campo misionero prematuramente, podría ser vencido por los ataques de esos principados y potestades y, probablemente, volvería a casa derrotado. Estoy contento de haber escuchado la advertencia del Señor en ese sueño, ¡así que sí que experimenté un breve ministerio misionero con un triste final!
Después de varios años más de crecimiento cristiano y ministerial, estaba orando de nuevo acerca de si era ya mi tiempo de apuntar al campo misionero. En ese entonces, el Señor me dio un segundo sueño para guiarme.
En ese sueño, yo estaba leyendo un relato de cómo un misionero en Asia había fracasado y se había vuelto a casa. Mientras leía eso, fui llevado en el espíritu y viajé al Asia. Allí, en los lugares celestiales de Asia, estuve de pie frente al príncipe de las tinieblas que había causado que ese misionero se volviera a casa derrotado.
Mientras permanecí de pie ante ese gran rey, la fuerte impresión que tuve no fue concerniente a si era bueno o malo; más bien fue que tenía poder y autoridad; él era el gobernante espiritual sobre una nación, ¡un rey poderoso! Con gran condescendencia, él pareció escoger notar mi pequeña presencia delante de él. Después comenzó a decirme cosas como: «¿Qué estás haciendo aquí? Yo no te invité a venir. ¡No eres bienvenido aquí!». Sus palabras rápidamente comenzaron a desgastarme hasta hacerme sentir insignificante y avergonzado. Comencé a abrir mi boca, intentando disculparme diciéndole que me iría de allí si así lo quería. Sin embargo, cuando mis labios se abrieron, la unción del Espíritu Santo salió desde lo más profundo de mi ser y se levantó para salir de mi boca y replicar: «Yo no vine aquí por tu invitación, sino que he sido enviado aquí como mensajero del Señor». Después, la ardiente batalla comenzó. A cada acusación que este rey satánico me lanzaba como un dardo de fuego, yo respondía con un versículo que cortaba su mentira como una espada.
Esta lucha siguió durante algún tiempo hasta que comencé a sentir cansancio. Después, el Espíritu del Señor se levantó dentro de mí con una nueva unción, y me vi a mí mismo diciendo: «Y además de esto, yo no estoy bajo tu poder, porque yo he sido levantado y sentado con Cristo por encima de todo principado y potestad». Luego, desde las regiones celestes sobre Asia donde yo luchaba con ese gobernador de maldad, me di cuenta que de nuevo fui llevado a una esfera en el espíritu mucho más alta, ¡para sentarme con Cristo en el cielo! Desde allí miré mucho, mucho más abajo y pensé que quizá todavía podría ver a ese malvado príncipe de la oscuridad con el que había estado luchando. Sin embargo, la batalla había terminado; él era tan insignificante desde donde yo estaba sentado con Cristo en los cielos, que parecía una hormiga; y ya no pude oír más sus palabras de acusación.
Cuando me desperté de este sueño, sentí que era la revelación de Dios para mí de que estaba preparado para afrontar y vencer a los principados y potestades que se me opusieran en el campo misionero. Poco después de este sueño, nos mudamos con mi familia a Asia. En los 23 años que han transcurrido desde entonces, he visto al Señor demostrar Su autoridad entre las naciones para hacer que venciéramos a enemigos tales como rebeldes musulmanes armados, una revuelta de fanáticos hindúes, guerra civil e intentos de golpe de estado, enfermedades mortales, serpientes, amenazas de muerte de comunistas y mucho más. Sin embargo, más allá de las bendiciones de ser protegido por Dios, ha sido nuestro especial gozo ver el poder de Dios desatado para bendecir a miles de pastores, así como a líderes nacionales, a medida que la Iglesia ha sido edificada y las puertas del infierno han sido abatidas.
Al considerar estos sueños, he observado en ellos algunas similitudes en la experiencia espiritual que pueden relacionarse con los tres grupos del «hijo», la «mujer» y «el resto de su descendencia» en Apocalipsis 12. Cada uno de estos tres grupos ocupa un lugar o nivel diferente de posición espiritual. El tercer grupo, el resto de la descendencia de la Iglesia, descrito en Apocalipsis 12:17, era parecido a mi experiencia espiritual en el momento de mi primer sueño. Allí estaba yo de pie en la Tierra cuando los principados y potestades de maldad se revelaron a sí mismos en las regiones celestes, para atacarme y debilitarme. Este será el mismo final para aquellos descendientes carnales de la Iglesia que moran en la Tierra, quienes serán vencidos por el diablo en los últimos tiempos.
Sin embargo, la «mujer,» o la Iglesia, ocupa un nivel espiritual más alto que el nivel en que algunos cristianos viven. En Apocalipsis 12:1 la vemos en los cielos, con el sol, la luna y las estrellas. Aunque la mujer también es atacada por el diablo, vemos que está protegida y sale triunfante en el capítulo 12. Esto me recuerda cuando, en el segundo sueño, me enfrenté al príncipe de la oscuridad en los cielos, pero fui librado.
Sin embargo, al «hijo varón» de Apocalipsis 12:5 se le dio un nivel espiritual mucho mayor que el que tenía la mujer entre el sol, la luna y las estrellas. ¡El hijo varón fue llevado hasta el trono de Dios! Este hijo varón nunca tuvo que luchar contra el diablo, sino que gobernó triunfante con Cristo en el cielo. Esta experiencia fue similar a la vislumbre que tuve en el segundo sueño, cuando fui llevado por encima del rey satánico en las regiones celestes de Asia, para sentarme triunfante con Cristo en el cielo.
¿Ha oído la frase: «¿Sigue mirando hacia arriba»? Esta es una buena exhortación, el que siempre estemos mirando hacia arriba, a Jesús en el cielo. Sin embargo, también podemos tener una perspectiva diferente: «¡Sigue mirando hacia abajo!»
El que mora en los cielos se reirá
Salmo 2:4
Cuando el Señor mira hacia abajo a los problemas que hay en la Tierra. Si podemos aprender ahora a sentarnos espiritualmente con Cristo en el cielo, también podemos obtener ese gozo de la victoria y estar preparados para una mayor revelación de ese triunfo en el que el «hijo varón» entrará antes del fin de esta era.
¡Dios te bendiga!
Pastor Wiliam Recinos.