Los esposos no siempre toman decisiones sabias en el liderazgo de su familia. No obstante, hemos visto que Dios puede obrar las cosas para bien, si la mujer pone su confianza en el Señor y se conduce como Dios dice que debe hacerlo. Pero, ¿qué debe hacer una esposa si su marido le ordena hacer algo contrario a la conducta bíblica?

Nuestros años de experiencia en consejería matrimonial nos han probado que esto ocurre con poca frecuencia. Con frecuencia, las mujeres resisten el liderazgo de su esposo, pero lo que necesitan es aplicar el consejo de Dios a la situación. Sería incorrecto que la mujer se quedara en silencio y se condujera en contra de la
Palabra de Dios. Esto fue lo que ocurrió con Ananías y Safira cuando “se pusieron de acuerdo” en tentar al Espíritu Santo (Hch. 5:9).Si Safira hubiese apelado la decisión de su esposo, él posiblemente se habría vuelto de sus obras, pero ellos se pusieron de acuerdo y esto atrajo la ira de Dios.

Pueden surgir situaciones en las que el marido se extralimite. ¿Qué debe hacer la mujer en este caso? Apelar a su marido, como lo haría uno por justicia ante un juzgado si fuera necesario. La verdadera sujeción no significa que la esposa siempre tenga que estar de acuerdo con las decisiones de su esposo, sino como explicamos antes, ella comparte o somete a él todo lo que está en su corazón.

Por ejemplo, vino a nosotros una mujer, cuyo esposo le estaba mandando hacer algo contrario a la Palabra de Dios. La invitamos a asegurarse de hacer todo lo que sabía que Dios quería que hiciera. Oramos y confiamos que el Señor interviniera, lo cual Él hizo. Su esposo nunca más le pidió hacer esa impiedad. Testificamos la fidelidad de Dios para obrar a favor de aquellos cuyo corazón es recto hacia Él.

estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó
decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él

Mateo 27:19

Ester nos da el más excelente ejemplo de la apelación de una esposa a la decisión de su marido. Amán, el más insigne príncipe de su esposo, había engañado al rey para que dictara un edicto que destruyera a los judíos de todo el reino. Si Ester se hubiese acercado al rey sin que él le hubiese extendido el cetro de oro, ella habría muerto. Ella siguió un curso de acción que es un ejemplo para las personas que hacen una apelación ante sus autoridades.

Ester ayunó y oró (Est. 4:16). Ella preparó su propio corazón ante Jehová, y apeló directamente a Él antes que todo. Se vistió sus ropas reales y se acercó al rey (Est. 5:1). Debido a la situación ella pudo haberse vestido de saco de cilicio y cenizas. Seguramente, esto no habría provocado el favor del rey, como verla aparecer
en su vestido real. Muchas veces, debido a que la mujer se encuentra en tal angustia respecto a la decisión de su marido, se olvida de lo que la hizo atractiva para su esposo por primera vez.

Ester aprovechó toda ventaja natural, aunque echó mano de un gran dominio propio, para no ser impulsiva y estallar en un arrebato emocional por su preocupación. Una invitación para que el rey y Amán asistieran a un banquete sirvió para despertar más el interés del rey; Ester esperó el tiempo perfecto, y entonces, con palabras
muy bien escogidas, hizo su apelación (Est. 7:1-6). La decisión del rey fue cambiada y su pueblo fue librado.

A menudo, al apelar a una decisión de su marido, la mujer es impaciente y le falta sabiduría para apelar a una decisión de su esposo. No es el mejor momento para hacerlo cuando él regresa del trabajo; cuán importante es ser sensible al Señor y seguir Su guianza. Si ella ya ha hecho todo lo que puede para ayudar a su esposo a ver que sería mejor para él no actuar en contra de la Palabra de Dios, y él insiste en su decisión, ella entonces debe
encomendarse al Señor y permanecer en lo que es recto con un espíritu excelente hacia su esposo

En este punto, su respuesta debe ser como los amigos de Daniel: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”. (Dn. 3:17-18). Ellos determinaron sus corazones obedecer a Dios. Asimismo, cuando las órdenes de aquellos que están en autoridad sobre nosotros entran en conflicto con la Escritura, debemos determinar nuestros corazones a obedecerle a Dios antes que a los hombres (Hch. 5:29).

Te amo en el amor del Señor Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pastor Wiliam Recinos.

Similar Posts

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *