Pedro nos presenta otro aspecto muy importante del comportamiento de la mujer en este proceso. En 1 Pedro 3:2, Pedro usa aquí la palabra “casta” para referirse a la conducta de la esposa, y contiene el concepto de ser santas, puras, inocentes y modestas. Con esta palabra se usa también la palabra “temor” (VRV1909), que se refiere al temor de Jehová. El propósito de Dios, expresado aquí, anima a la esposa a presentarse a sí misma a su esposo con una vida pura y santa. Se conduce con respeto y reverencia hacia la cabeza del hogar, por temor, reverencia y su deseo de agradar al Señor, reconociendo que esa posición viene de Dios. Por su deseo de agradar al Señor, ella honra a su esposo y trata de desarrollar un carácter piadoso, que la haga atractiva a su esposo.

“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos,
de adornos de oro o de vestidos lujosos”

1 P. 3:3

Muchas mujeres se basan en el arreglo o los encantos naturales para atraer a sus esposos. Ezequiel 16:15 expresa esto: “confiaste en tu hermosura”. Ciertamente es correcto que una esposa tenga cuidado de su apariencia personal. La mujer debe vestir en forma modesta que agrade a su marido, y arreglar su cabello
en un estilo que a él le guste. Sin embargo, la mujer nunca debe confiar en su hermosura para atrapar el corazón de su marido. Si éste fuera el enfoque, entonces cuando se presente una mujer más bella, la esposa se sentirá amenazada e insegura respecto a su propia apariencia. Debemos ser conscientes también que la
belleza natural se acaba con la edad.

Te amo en el amor del Señor Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pastor Wiliam Recinos.

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