El que venciere, poseerá todas las cosas; y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

Apocalipsis 21:7

El viaje de Israel es una  de las figuras de nuestra carrera, así como Israel fue liberado de Egipto y se encaminó hacia la tierra prometida, así nosotros hemos sido liberados del mundo y del pecado, y vamos caminando hacia la meta, o sea llegar a ser como Cristo.

Todo cristiano tendrá que pasar por desiertos para poder llegar a la tierra prometida, porque no hay tierra prometida sin cruzar el desierto primero. Si bien es cierto, fue Dios quien liberó a Israel de Egipto, y fue El quién prometió meterlos en la tierra que fluye leche y miel, ellos tendrían que conquistar a su heredad.

Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.

Éxodo 3:8

De igual manera nosotros hoy en día, después de ser trasladados de las tinieblas al reino de la luz, ahora debemos de correr con paciencia la carrera que tenemos por delante, debemos de dejar todo peso de pecado que nos asedia y luchar para poder alcanzar la meta. 

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Hebreos 12:2

La salvación es diferente a la herencia, la salvación es un regalo, es por gracia, se obtiene por medio de la fe y no es por obras, pero la herencia, aunque es por gracia, no es un regalo, se tiene que ganar. 

La vida eterna se recibe cuando uno cree, mientras que para obtener la herencia se debe de pelear la buena batalla de la fe.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.

Efesios 2:8-9

Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor, del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,

Filipenses 3:8

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.

Juan 3:16

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.

1 Timoteo 6:12

Aunque la salvación y la herencia son por gracia, pero son obtenidas por dos tipos de gracia diferentes.

La gracia para salvación me da vida eterna, me hace nacer de nuevo, mientras que la gracia para conquistar la herencia es la gracia para vencer al enemigo, es la gracia para pelear la buena batalla de la fe, es la gracia para obedecer su Palabra y es gracia para hacer su voluntad después de habernos arrepentido de hacer la nuestra.

Para ganar nuestra herencia, que es Cristo, necesitamos llegar a ser como Él. Si llegamos a ser como Cristo, llegaremos a ser uno con el Padre y con el Hijo, entonces, Jesús, Dios, será nuestra herencia:

Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel.

Números 18:20

Por tanto, los enemigos a destruir serán nuestro orgullo, soberbia, vanidad, celos, y toda obra carnal en nuestro corazón. Es decir, la tierra a conquistar es nuestro corazón, los gigantes a destruir son todas las intenciones y actitudes incorrectas en nuestro corazón que están robando el lugar que le pertenece solo a Jesucristo. 

Nuestra lucha no debe de cesar hasta que Jesucristo gobierne totalmente en nuestro corazón, no debe de haber una tan sola área en donde Jesucristo no sea Rey y Señor. 

Habremos conquistado nuestro corazón cuando podamos decir como Jesús dijo:

No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.

Juan 14:30

“Solo aquel que venciere heredará todas las cosas.” Al igual que Israel, muchos salieron de Egipto, pero no todos entraron a la tierra prometida. 

Si queremos disfrutar de nuestra herencia es necesario que la conquistemos.

¡Aleluya!

Pastor William Recinos

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