La Biblia habla de un hombre llamado Job, era muy próspero. Sería el hombre más destacado de nuestros días en sus finanzas. Este hombre era próspero en todo lo que poseía y también en el número de hijos e hijas, decenas de empleados, etc.
Esto es lo que la biblia dice acerca de Job:
Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales.
Job 1:3
Pero la palabra también menciona algo que lo hacía que Job fuera diferente:
Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
Job 1:1
Incluso cuando este hombre era perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Un día Dios permitió que su vida fuera expuesta sin una cobertura sobre él, en una sola tarde Job lo perdió todo.
Imaginémonos, este hombre lo poseía todo; mucha prosperidad en bienes, una familia numerosa, y una relación muy fuerte con su Dios; pero en un día lo perdió todo incluyendo a sus hijos, se quedó en una ruina total y luego es tocada hasta su carne con una enfermedad a tal grado que después de vivir en toda comodidad es movido a un lugar de miseria exiliado por la enfermedad.
Su esposa siguió con vida, y esta mujer, después ver cómo su esposo lo pierde todo y llevando el luto de sus 10 hijos, viene a la cabeza de familia y le dice: “¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.”
Y él le dijo: “Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?”
En todo esto no pecó Job con sus labios.
9 Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.
Job 2:9-10
10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
Podríamos criticar la actitud de su esposa, pero en realidad, ¿cuántos no hemos hablado cosas terribles en momentos difíciles? Palabras hirientes, qué después lamentamos que hayan salido de nuestra boca.
La esposa de Job representa a una persona muy dolida que ve al hombre, cabeza de hogar, derrotado y con una sarna que le cubría todo su cuerpo, que para litigar su dolor agarraba un pedazo de piedra y se rascaba la piel.
Hermanos, hay 35 capítulos que describen todo este desierto, y los últimos capítulos hablan de cómo los ojos de Job fueron abiertos y en todo este proceso no dejó de ver a su creador y alabarle.
En el Capítulo 42 podemos ver la culminación de la aflicción de Job, pero hay un aspecto importante que quisiera que quedara en nuestros corazones y es esto; Los resentimientos, el dolor, el abandono, y todas esas cosas que nos vienen en los momentos malos debemos de considerar que si Dios está con nosotros y permite que nos sucedan debemos de confiar que son parte de un proceso donde Él siempre estará de nuestro lado.
Dios quitó la aflicción de Job únicamente después que él perdonara a sus amigos y orara por ellos.
Hermanos, no puede haber amargura en nuestro corazón, ni aun con aquellos que un día nos han lastimado, mucho menos con Dios que siempre quiere lo mejor para nosotros.
El enemigo siempre querrá destruirnos y quitarnos todo lo que Dios nos ha dado. Pero Dios es fiel y aun cuando seamos expuestos como lo fue Job, Dios nos levantará y nos prosperará, dándonos una nueva vida mejor que la que hemos tenido hasta el día de hoy.
¡Aleluya!
Pastor Wiliam Recinos.