En la primera parte de este libro hemos visto que para entender la esperanza o la futura meta del cristiano, necesitamos el espíritu de revelación. A medida que recibimos la visión de los propósitos de Dios para nuestra vida, esa visión puede asimismo motivarnos y darnos dirección para que prosigamos hacia la meta del supremo llamamiento de Dios.

Sin embargo, conocer la esperanza de nuestro llamado no es suficiente. Como dijo nuestro Señor Jesús:

Muchos son llamados, y pocos los escogidos

Mateo 22:14

No es suficiente para nosotros obtener meramente una revelación de nuestra meta futura; ¡tenemos que llegar allí! Para que podamos obtener la esperanza del cristiano, necesitamos también una mayor unción del espíritu de sabiduría. Por eso el apóstol Pablo oraba por los creyentes de Éfeso, para que recibieran tanto el espíritu de sabiduría como el de revelación, para entender la esperanza de su llamamiento. Su oración fue:

Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado.

Efesios 1:17-18

El espíritu de sabiduría es una de las principales unciones del Espíritu Santo. En Apocalipsis 4:5 el apóstol Juan escribió: Y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios. Estos siete Espíritus, o unciones del Espíritu Santo, son enumerados en Isaías 11:2: Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. La segunda de estas siete unciones es el Espíritu de sabiduría.

Cuando Pablo oró por los creyentes efesios, en Efesios 1:15-23, pidió al Señor que les fuera dado el espíritu de sabiduría y el de revelación. Estas dos unciones trabajan juntas para equilibrarse una a otra y completar las obras de Dios. Esto es debido a que el espíritu de sabiduría interpreta y aplica la revelación, a fin de que podamos saber cómo llevar a cabo los planes de Dios. En pocas palabras, el espíritu de revelación comienza la obra de Dios, mostrándonos lo que Dios quiere hacer en nuestra vida, mientras que el espíritu de sabiduría ayuda a terminar la obra de Dios, mostrándonos cómo podemos alcanzar dicha meta.

Te amo en el amor del Señor Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pastor Wiliam Recinos.

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