Este mundo, las posesiones materiales que tenemos ahora, es temporal. No hay nada en el mundo físico que pueda durar eternamente. Por eso, nuestro enfoque y esperanza debe estar puesto en algo que nunca terminará.

24 Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae;
25 Más la palabra del Señor permanece para siempre.

1 Pedro 1:24-25

Desde tiempos atrás, los profetas del Antiguo Testamento nos han animado a buscar las palabras que nunca se borrarán ni se marchitarán.

Sécase la hierba, marchítase la flor; más la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.

Isaías 40:8

Podemos acumular tesoros, tener posesiones de las cuales nos sentimos orgullosos y envanecernos, pensando que lo tenemos todo. Pero con una sola palabra de la boca de Dios y todas esas cosas pierden su valor y son como nada en comparación.

Los bienes de esta tierra son como las bellas flores que crecen en los jardines, que por una temporada florecen y se ven bellísimas. Pero llega el tiempo en el que se marchitan y se desvanece su hermosura.

He aquí, diste a mis días término corto, Y mi edad es como nada delante de ti; Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Selah

Salmo 39:5

Aunque los puestos de autoridad y poder parezcan impresionantes ante los ojos de los hombres, no tienen valor duradero. Solo hay una cosa que le puede dar a una persona la garantía de que su espíritu perdure para siempre y eso es; hacer la voluntad de Dios.

Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

1 Juan 2:17

Mientras estemos trabajamos en los asuntos eternos, en la obra de nuestro Señor, nuestra mira debe estar en lo que ha de venir. Los asuntos de esta tierra, tales como la fama o la fortuna, no son las razones por las cuales seguiremos a Jesús.

El servicio y la entrega ante Dios son cosas que a veces nos costarán mucho. Quizá pensemos que es demasiado difícil negarse a los placeres o a la comodidad que existe cuando estamos alejados de Dios. Pero siempre debemos recordar las palabras de Jesús;

19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.

Mateo 6:19-20

Mantengamos los ojos en lo eterno y sigamos los pasos de Jesús y la voluntad del Padre para que Su palabra se convierta en nuestro diario vivir, y estemos ante Su presencia por la eternidad.

¡Dios te bendiga!

Pastor Wiliam Recinos.

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